Biografías de un poema . Primera parte.
Biografías
de un poema
al vagabundo de
las estrellas
a los oyentes
a vos
a pachi
a lo/as que me dieron
una infancia plagada de libros
a los que nos animamos
Primera parte: el
poema se hace poema
Escribir el poema
Si no hay ganas, ni
personajes,
si el conflicto es
una llama a punto de apagarse.
Si el respaldo es
incómodo y la esperanza se niega a
renunciar
a una presencia, incluso extraña, al despertar.
Si
la luz es poca,
si la inspiración
escasea,
y el corazón está
tranquilo.
(¿Habré
querido escribir “solo”?)
Si las hojas… ¿cuál
es la palabra?
crepitan con el
viento.
Si
la civilización se empeña
en
su ruido de motos, y las
luces ahuyentan las
estrellas y
el
sonido de tambores advierte
la
presencia humana.
.Si la tierra en los
pies, y la ceniza
en el pelo y el frío
en las manos
y
los mocos en la manga.
Si
los aullidos te interrumpen
y
el misterio de los tambores te obsesiona.
Si el gallo canta a
destiempo, ¡a la una de
la
mañana!
Si
repartiste las sobras entre los gatos y
del hambre masticás
el vino.
Si
cada trazo es la añoranza de tu cama,
y
olvidaste el dolor del codo en el escritorio.
Si
el perro le gruñe a la oscuridad. ¡Si el perro,
mierda,
le gruñe a la oscuridad!
Si
confundiste una estrella fugaz con
el cansancio de tus
párpados.
Si aprendiste a
escribir tu poema más largo.
Si
el perro definitivamente se fue
y
la tristeza es mayor adentro.
Si
el tambor es ahora una flauta,
y
el gallo una cotorra,
y
el fuego una ceniza, y
vos una sombra cada
vez más chica.
Si
el final no te convence.
Si del consuelo te
tomaste hasta
la última gota y
sólo queda el
tiempo
para estos versos.
Si te cansó
arrastrar la leña
y el vino te golpeó
el andar,
y
en tu universo injusto,
ella te abrazó
cuatro veces
pero te besó
ninguna.
Si estás atado a
“esto”, por
voluntad
propia.
Y
entendiste que mi locura es
también la de algún
“vos”.
Y que esto mío es también tuyo.
Y que esto mío es también tuyo.
Si
te desborda el desenlace y te
carcome
el bruxismo.
Si
te asusta reconocer que al
fin
y al cabo, en cualquiera de
sus formas el amor es
todo.
(Si
Bela volvió y te conmueve su
presencia instintiva
e incondicional)
Si
releíste descontento y arrancaste las
hojas y no quisiste
escribir más…
¿Habrás paliado tu
soledad, olvidado
el
miedo, cancelado la angustia, acompañado
tu
alma? ¿Habrás sonreído a nadie, pensando en vos,
pensando
en ellos, transitado la noche, salvado la ausencia?
¿Habrás
comprendido nada o sentido mucho?
¿Habrás
amado algo y escrito en vano?
Tu nombre
¿Qué te parece ser una palabra en un
verso,
un problema en mi escritura, un deseo
desplegado
sobre una textualidad, destruido y
recreado en ella,
sin posibilidad de réplica, acción u
omisión;
sin libertad alguna, ni siquiera la de
ser o no ser?
¿Qué te parece que un punto y aparte
te destruya?
¿Cómo te sienta esta inmortalidad?
¿Preferirías
la finitud del sexo que nunca conocimos?
¿Qué te parecería conformarte con
estos versos
y abandonar para siempre mi escritura?
¿Podrías abandonarme, vos que no estás
en el registro de mi existencia?
Podrías, ¡te imploro!, ¿poner tu
nombre de
título a este poema y dejarme en paz?
Desde el mirador allá lejos
Una “basurita en el ojo” es
una entidad metafísica más real,
que el realísimo Ser heideggereano
y a su vez un guiño a la
narratología
de White. Una ficción
literaria de la
vieja de la esquina o de la señora del
almacén.
¿Alguien vio alguna
vez una “basurita en el ojo”?
Y sin embargo, duele. Duele-algo-ahí.
Pero poco importa el estatus
ontológico de la “basurita en el
ojo”,
porque tal vez, en los niveles del
existenciario humano, tal “basurita”,
real o irreal,
tenga la mas trascendental función
de dar cuenta del realísimo ser del
“ojo” y más
arriesgado aún, del viento,
del tierral, que la
transportan.
¿Cuántas veces nos olvidamos
del tierral, del viento, del ojo para
mirar?
Yo no sé cuán alto
puede volar la
“basurita en el
ojo”, pero sé que arriba,
allá arriba, en el Mirador, para ver
la ciudad “lejos
allá abajo”, no hace falta el ojo,
porque “lejos allá
abajo”, entre el tierral
y el viento que nada
deja ver,
entre el Ser y la
Ficción, hay algo que
se siente, algo que se sabe,
algo que aunque no se vea,
duele y está ahí.
Otro
lápiz roto
Forzado, insostenible, incontrolable y dilatado.
Forzado, variado, explicado y transformado.
Forzado nuevamente, reinventado, decorado,
adornado, coloreado y disfrazado.
Forzado una vez más, profundizado, sincerado,
voluntario o inconsciente.
Forzado otra vez, destruido, lastimado.
Poemas de Tlön
I
Marrón abultar, rocoso confluir
en serenado paisajear
reflejando oscuro delinear
sobre diminuto, resplandeciente acampar.
II
El circunferencial dorado
ocultar ascendiente
sobre blanquecino rabiar
y trepitoso tronar.
El vasto negro que
todo ha de alojar
bosteza al ver brillar y asomar
al dorado circunferencial.
Hoy
Hoy no pude escribir.
Hoy tuve un “te extraño”
tan grande atravesado,
que la sangre, no pudo
salir de las venas al papel.
Aforismo
en prosa
Escribo
este aforismo en prosa.
Utilizo en él bellísimas metáforas
en largas oraciones. Construyo
ritmos y rimas que finalizo con
potencia y contundencia.
Utilizo en él bellísimas metáforas
en largas oraciones. Construyo
ritmos y rimas que finalizo con
potencia y contundencia.
Poema en verso
El poema
que aquí se presenta
que aquí se presenta
¿Intenta dislocar
desplazar un sentido, que, en la fascinación de la subordinada, en
el estremecimiento del párrafo, y en la certera inmaterialidad
blanca del apartado, corresponde por esencia y tradición al
aforismo? Breve y crítico, el poema anodino, se distorsiona y torna
imposiblemente asible, en la continuidad lineal de un meridiano,
reglada, sintáctica e histéricamente estricta, de misteriosos
intercambios de sentidos y significados, a veces, llamado metáfora,
otras hipérbole, elipsis, metonimia, y que una u otras,
siempre, atacan
nuestros
sentidos pasionales, estéticos, existenciales y carnales,
produciendo cortocircuitos en nuestra lectura reflexiva y teórica;
fin último de este poema.
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