martes, 2 de diciembre de 2014

Biografías de un poema . Primera parte.


Biografías de un poema





al vagabundo de las estrellas


a los oyentes

a vos


a pachi


a lo/as que me dieron una infancia plagada de libros


a los que nos animamos










Primera parte: el poema se hace poema






Escribir el poema

Si no hay ganas, ni personajes,
si el conflicto es una llama a punto de apagarse.
Si el respaldo es incómodo y la esperanza se niega a
renunciar a una presencia, incluso extraña, al despertar.

Si la luz es poca,
si la inspiración escasea,
y el corazón está tranquilo.
(¿Habré querido escribir “solo”?)
Si las hojas… ¿cuál es la palabra?
crepitan con el viento.

Si la civilización se empeña
en su ruido de motos, y las
luces ahuyentan las estrellas y
el sonido de tambores advierte
la presencia humana.

.Si la tierra en los pies, y la ceniza
en el pelo y el frío en las manos
y los mocos en la manga.

Si los aullidos te interrumpen
y el misterio de los tambores te obsesiona.
Si el gallo canta a destiempo, ¡a la una de
la mañana!

Si repartiste las sobras entre los gatos y
del hambre masticás el vino.
Si cada trazo es la añoranza de tu cama,
y olvidaste el dolor del codo en el escritorio.

Si el perro le gruñe a la oscuridad. ¡Si el perro,
mierda, le gruñe a la oscuridad!

Si confundiste una estrella fugaz con
el cansancio de tus párpados.

Si aprendiste a escribir tu poema más largo.

Si el perro definitivamente se fue
y la tristeza es mayor adentro.

Si el tambor es ahora una flauta,
y el gallo una cotorra,
y el fuego una ceniza, y
vos una sombra cada vez más chica.

Si el final no te convence.

Si del consuelo te tomaste hasta
la última gota y sólo queda el
tiempo para estos versos.

Si te cansó arrastrar la leña
y el vino te golpeó el andar,
y en tu universo injusto,
ella te abrazó cuatro veces
pero te besó ninguna.

Si estás atado a “esto”, por
voluntad propia.
Y entendiste que mi locura es
también la de algún “vos”.
Y que esto mío es también tuyo.

Si te desborda el desenlace y te
carcome el bruxismo.

Si te asusta reconocer que al
fin y al cabo, en cualquiera de
sus formas el amor es todo.
(Si Bela volvió y te conmueve su
presencia instintiva e incondicional)

Si releíste descontento y arrancaste las
hojas y no quisiste escribir más…

¿Habrás paliado tu soledad, olvidado
el miedo, cancelado la angustia, acompañado
tu alma? ¿Habrás sonreído a nadie, pensando en vos,
pensando en ellos, transitado la noche, salvado la ausencia?
¿Habrás comprendido nada o sentido mucho?
¿Habrás amado algo y escrito en vano?




Tu nombre


¿Qué te parece ser una palabra en un verso,
un problema en mi escritura, un deseo desplegado
sobre una textualidad, destruido y recreado en ella,
sin posibilidad de réplica, acción u omisión;
sin libertad alguna, ni siquiera la de ser o no ser?
¿Qué te parece que un punto y aparte te destruya?
¿Cómo te sienta esta inmortalidad? ¿Preferirías
la finitud del sexo que nunca conocimos?
¿Qué te parecería conformarte con estos versos
y abandonar para siempre mi escritura?
¿Podrías abandonarme, vos que no estás
en el registro de mi existencia?
Podrías, ¡te imploro!, ¿poner tu nombre de
título a este poema y dejarme en paz?






Desde el mirador allá lejos


Una “basurita en el ojo” es
una entidad metafísica más real,
que el realísimo Ser heideggereano
y a su vez un guiño a la narratología
de White. Una ficción literaria de la
vieja de la esquina o de la señora del almacén.  

¿Alguien vio alguna vez una “basurita en el ojo”?
Y sin embargo, duele. Duele-algo-ahí.
Pero poco importa el estatus
ontológico de la “basurita en el ojo”,
porque tal vez, en los niveles del
existenciario humano, tal “basurita”,
real o irreal,
tenga la mas trascendental función
de dar cuenta del realísimo ser del
ojo” y más arriesgado aún, del viento,
del tierral, que la transportan.

¿Cuántas veces nos olvidamos
del tierral, del viento, del ojo para mirar?
Yo no sé cuán alto puede volar la
basurita en el ojo”, pero sé que arriba,
allá arriba, en el Mirador, para ver
la ciudad “lejos allá abajo”, no hace falta el ojo,
porque “lejos allá abajo”, entre el tierral
y el viento que nada deja ver,
entre el Ser y la Ficción, hay algo que
se siente, algo que se sabe,
algo que aunque no se vea,
duele y está ahí.






Otro lápiz roto

Forzado, insostenible, incontrolable y dilatado.
Forzado, variado, explicado y transformado.
Forzado nuevamente, reinventado, decorado,
adornado, coloreado y disfrazado.
Forzado una vez más, profundizado, sincerado,
voluntario o inconsciente.
Forzado otra vez, destruido, lastimado.








Poemas de Tlön


I

Marrón abultar, rocoso confluir
en serenado paisajear
reflejando oscuro delinear
sobre diminuto, resplandeciente acampar.

II

El circunferencial dorado
ocultar ascendiente
sobre blanquecino rabiar
y trepitoso tronar.
El vasto negro que
todo ha de alojar
bosteza al ver brillar y asomar
al dorado circunferencial.





Hoy

Hoy no pude escribir.
Hoy tuve un “te extraño”
tan grande atravesado,
que la sangre, no pudo
salir de las venas al papel.



Aforismo en prosa



Escribo este aforismo en prosa.
Utilizo en él bellísimas metáforas
en largas oraciones. Construyo
ritmos y rimas que finalizo con
potencia y contundencia.







Poema en verso

El poema
que aquí se presenta
¿Intenta dislocar desplazar un sentido, que, en la fascinación de la subordinada, en el estremecimiento del párrafo, y en la certera inmaterialidad blanca del apartado, corresponde por esencia y tradición al aforismo? Breve y crítico, el poema anodino, se distorsiona y torna imposiblemente asible, en la continuidad lineal de un meridiano, reglada, sintáctica e histéricamente estricta, de misteriosos intercambios de sentidos y significados, a veces, llamado metáfora, otras hipérbole, elipsis, metonimia, y que una u otras, siempre, atacan nuestros sentidos pasionales, estéticos, existenciales y carnales, produciendo cortocircuitos en nuestra lectura reflexiva y teórica; fin último de este poema.

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