martes, 2 de diciembre de 2014

Biografías de un poema. Cuarta Parte.

Biografías de un poema



Cuarta Parte: El poema se vuelve contra el poema, contra el hombre



Revelarse I


De ninguna pasión habla la poesía.
Ni de lo trágico o lo superfluo.
Se equivoca la poesía sobre lo poético
o sobre la realidad como se equivoca
la poesía sobre la revolución o el hombre.
Yerra desproporcionadamente la poesía
sobre lo profundo y el origen; sobre
el sentido y la aisthesis.
Miente el poema que revela lunas y estrellas.
Ningún poema sutura heridas o enciende amores.
Nada promete ni crece bajo el poema.
Ante lo poesía lo único que hay es el poeta
y cómo él decidí vivir o morir, , en una palabra,
de cómo escribir.


Revelarse II


Banalizar toda emoción.
Nunca más esperar.
Jamás volver a extrañar.
Insultar el amor.

Colmarse de paisajes
ausentes de personas.
Deshumanizar la naturaleza
hasta hartarse de la belleza
de toda hoja y lago y flor.

No ser una letra ni una palabra.
No un signo, un ruido, una imagen.
Ni siquiera una proyección semántica.

Destruir la ilusión de la
cuarta reencarnación budista.
Llevar la sospecha hasta
contra la ausencia.

Revelarse contra la intuición
del Tiempo y el Espacio.
Asediar el contenido y la forma.

Devolver la realidad de
polvo gris que siempre
le correspondió a la luna.
Ni un destello más de luz.

Igualar el cuerpo y la sombra
en su irrealidad. Y enterrarlos
junto a la ficción del “alma”.

Matar al Oráculo y a Prometeo.
Revelar el disfraz de la Muerte.
Desenterrar los huesos de Dios.

Degradar lo auténtico.
Depravar lo esencial.
Disolver lo único en lo común.
Envilecer lo verdadero.

Ajusticiar al humano
hasta que se digne a
a reconocerse.



Revelarse III



Mi estómago se alimenta de letras.
 
Las calles que caminan mis pasos 
están trazadas por signos y símbolos.
 
Este cuerpo, más vivo que nunca, se 
oxigena del polvo de viejas y nuevas
estanterías. 
 
Mis antepasados son todos los hombres
de la historia de la humanidad: el primer
dibujo en una caverna, el primer jeroglífico
egipcio, la primer voluta de humo con sentido.
 
Mi universo definitivamente es otro, 
mi época, la que inaugura, reinaugura, crea 
y recrea mi movimiento ocular, es: transuniversal,
interespacial, multidimensional y pluritonal.
 
Mi imaginación puede llenar hasta reventar el 
agujero negro más profundo del espacio.
 
Mi inmaterialidad es absoluta, mi corporalidad
más concreta que la capa tectónica más gruesa 
del centro de la tierra, y así y todo, me siento 
intocable.

El placer y el dolor están justamente fundidos en 
un sentimiento que no tiene palabra, que no ha tenido
nombre pero que ha sido sentido por miles antes de mí y que
yo llamaría tal’ aca.   
 
¿Qué seguridad mayor podría alcanzar el hombre que la
de saber que todo lo creado puede ser destruido tan sólo
con pasar de página? y ¿qué sensación más estimulante
podría conocer uno que la de saber que todo el universo
puede ser reconstruido al dar vuelta otra página? 
 
Un millón de muertos, de los transeúntes que veo ahí 
abajo de mi ventana, podría sacarme una, si quiera una
de las lágrimas que me ha sacado la muerte de Blanca, 
la partida de Kiyoaki, la irrealidad de María Claudia. 
 
Todo eso que los rodea me es indiferente, invisible
inexistente. 
Me podría morir y morir sin más. Y sí, ¿por qué anhelaría
algo más, por qué proyectaría los placeres
más excelsos en la incertidumbre de un futuro,
que ya es mi presente?



Revelarse: en un grito




Este libro  es otro libro. 
 
Este libro quiere escribir sobre el amor
y le salen aullidos de perro 
en una noche demasiado
calurosa y solitaria. 
 
Este libro que nunca termina de ser
mío, ya es, siempre de otros
 
Este libro que se está escribiendo, 
ya fue escrito mil veces, y fue carne
y esqueleto muerto, y será escrito
mil veces más, para convertirse en 
carne y esqueleto muerto.  
 
Este libro escondite, mío y de
tus ojos que leen, siempre
interrumpido antes del punto,
es una corrida en fuga. 
 
Este libro, que ya fue escrito
en alemán, inglés y francés, en griego 
y latín, en las lenguas de Dios, el Hombre
la Guerra y la Historia. 
 
Este libro, que es revolución terrestre
deja intactos los astros y los cielos. 
  
Este libro, ni infinito ni eterno, atado y
prolongado a todas las secreciones humanas,
a las extremidades peludas del hombre y la mujer
a sus cuerdas vocales y pulgares, sus hormonas
y neuronas, sus imaginaciones y ficciones. 
 
Este libro espermatozoide y óvulo del esperanto, 
hijo bastardo de la sintaxis.
 
Este libro, inmanencia de la extinción,
apócrifo de la especie,
acróstico de sentidos incomprensibles y
palabras desconocidas... 

se revelará contra todo
en un grito febril, inevitable
incapaz de articular algo, mas que
un dolor, un placer. 

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